viernes, 21 de marzo de 2014

Cuento: El zagal que nunca había catado el chocolate.




A propósito, sobre la costumbre de obsequiar a las recién paridas con chocolate, voy a contaros un cuento que alguien de La Estrella me contó un día.
Tal como me contaron el  cuento, aquí lo cuento:
  
El zagal que nunca había catado el chocolate.

Éranse una vez tres pastores y un zagal, que a la sombra de un majano daban cuenta de su pobre merienda. Terminada esta y para asombro del resto, uno de los pastores que había sido padre recientemente sacó como postre media onza de chocolate, quizá birlado a escondidas a la parienta.
El pobre zagalillo que ni siquiera había tenido la oportunidad de olerlo en su vida,  rogó al pastor que le diera a probar, aunque solo fuera una pizca. El pastor le contó que solo las mujeres recién paridas gozaban de ese favor.
En burla cómplice, los tres pastores idearon esta cruel broma: Que a cambio de catar el chocolate el  ignorante se prestara a parir. Y como si eso fuera la cosa más natural, el zagal aceptó el trato.
El ignorante siguiendo las indicaciones  de los sádicos, se tumbó con los pantalones bajados. El más bruto que ese día había cazado un lagarto, se lo acercó a los genitales  mientras los otros lo sujetaban de pies y manos. Sobra contar detalles de la tortura sufrida por el pobre muchacho. Solo apunto, que cuando los pastores rotos de risa se cansaron de la broma  le dieron a probar un pellizco del chocolate. Luego, el que mejor simulaba seriedad le mostró el lagarto y le dijo:
-Mira zagal esta es la criatura que has parido. ¿Te ha gustado el chocolate?
A lo que el muchacho respondió mirando con ternura a los ojos del bicho:

-Hijo de mis entrañas / Ya lo decía mi abuela / Que los dolores de un parto / Ni el mayor gusto recompensan.

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