viernes, 28 de marzo de 2014

Aldeanueva de San Bartolomé - La Trenza


La trenza de Aldeanovita.

Hacer trenza en Aldeanovita es trenzar paja de centeno. De las mismas manos que antes trenzaron, después saldrán, además de gorras y sombreros,  canastillos, bolsos y otros imaginativos caprichos.
Tia Alfonsa y Tia Tita son dos mujeres veteranas en este arte. Mucho nos tememos  que con ellas termine una tradición de siglos,  un arte tan peculiar como práctico  que se asocia con Aldeanovita, incluso más allá de La Jara.
Quizá por ello, mirar como las pajas de centeno bailaban entre los dedos de tía Tita me trajeron este recuerdo de una niñez ya lejana:
Tía Severa había llegado de Aldeanovita a servir al cura de La Estrella. En las tardes de solano, y mientras las demás mujeres cosían manteles, zurcían o remendaban, ella hacía trenza. Me fascinaba su destreza y la rapidez con que desde sus manos crecía la madeja. 
Ahora, mientras escribo y un sombrero de Aldeanovita  protege mi  calva del sol, me surge  esta  pregunta: Desde la siembra hasta la siega ¿con cuantos soles, lunas y lluvias se trenzaron las espigas hasta convertirse en sombrero en las magas manos de estas mujeres?. 
A. Yuncar

Tía Tita haciendo trenza


Composición


Composición

Tía Alfonsa


Tía Alfonsa con su marido


             
Exposición


Mujer cosiendo


            
                           Mujer de La Estrella                                              Mujer hilando


Tocado de Adeanovita con plumas de marabú
en un escaparate de Madrid


martes, 25 de marzo de 2014

Aldeanueva de San Bartolomé - Aldeanovita


Canto a Aldeanovita
A. Yuncar

De vieja estirpe andariega
la afanosa Aldeanovita
madrugadora echa a andar
y con la aurora en los cerros
al  temblor de las encinas
se alza campana y espiga,
savia que canta en la oliva,
manos que trenzan en paz
estación tras estación
la soledad sin medida.

Sueño insomne el de esta tierra,
grave silencio que grita
su abandono  secular,
sufrida madre que mira
más allá de la frontera
de las serranas aristas.
Libertaria campesina
o trashumante pastora,
migratoria golondrina,
paloma que viene y va
del Corro de las Mentiras
Al más remoto lugar.

Campanario


Vuelo de cigüeña


Fachada principal


Detalle del ábside


   
Detalles fachada de la Iglesia


Altar Mayor


Mural 1997-2010 de
Vladimir Strashko (Rusia)



         
Detalles del mural


Retrato de vecinos


Mercadillo del sábado



               
                          Casa nueva construcción                                    Mirada desde el portal
      



sábado, 22 de marzo de 2014

Primavera

A. Yuncar


ARENGA A LAS ROSAS Y A LOS HOMBRES

Ramón de Garciasol.

Rosas, creced, pujad, multiplicaos
hasta invadir las cajas de caudales,
hasta impedir las ametralladoras,
hasta sembrar la pólvora y el hierro
de luz y primavera,
hasta ocupar el odio y las entrañas
de obuses, bombas, balas y morteros.

¡Creced, rosas, creced! ¡Pujad sin tregua!
Llenad los ojos de los tocineros,
floreced los cerebros belicosos,
corroed de esperanza a los podridos,
iluminad la mente de las bestias,
que se alimentan de oro, y sangre, y lágrimas;
que son capaces de matar la vida
porque palpita y brilla en nuestras manos.

Árboles, aguas, pájaros, frutales,
mieses, vides, obreros, plantas, madres,
óleos, músicas, máquinas, ideas,
vamos a proclamar la resistencia
de amor contra la guerra.
Están sembrando el aire de temores
para amargarnos la alegría,
para que nos matemos tú y yo, hermano,
ahora que ya maduran los dolores, y el sentido
va a revelarse al mundo.

Trabajad de espaldas al temor. Abrid los ojos,
rosas, hombres, al bien y a la belleza.
¡Creced! ¡Cantad! La vida es nuestra.
La tierra es nuestra, y nuestro es el futuro.
Trabajos, pensamientos, esperanzas,
vuestros y nuestros, rosas, hombres.
Nosotros encendemos las estrellas
y traemos el día. Por nosotros
se hará la paz.

Estamos en peligro, rosas, hombres,
perfume, sol, materia, inteligencia,
ciencia, fe, muerte, piedra, gracia, Dios.
¡Ahoguemos a los bárbaros en luces!
¡Avanzad, rosas, hombres! ¡Ocupad el mundo!





















































viernes, 21 de marzo de 2014

Cuento: El zagal que nunca había catado el chocolate.




A propósito, sobre la costumbre de obsequiar a las recién paridas con chocolate, voy a contaros un cuento que alguien de La Estrella me contó un día.
Tal como me contaron el  cuento, aquí lo cuento:
  
El zagal que nunca había catado el chocolate.

Éranse una vez tres pastores y un zagal, que a la sombra de un majano daban cuenta de su pobre merienda. Terminada esta y para asombro del resto, uno de los pastores que había sido padre recientemente sacó como postre media onza de chocolate, quizá birlado a escondidas a la parienta.
El pobre zagalillo que ni siquiera había tenido la oportunidad de olerlo en su vida,  rogó al pastor que le diera a probar, aunque solo fuera una pizca. El pastor le contó que solo las mujeres recién paridas gozaban de ese favor.
En burla cómplice, los tres pastores idearon esta cruel broma: Que a cambio de catar el chocolate el  ignorante se prestara a parir. Y como si eso fuera la cosa más natural, el zagal aceptó el trato.
El ignorante siguiendo las indicaciones  de los sádicos, se tumbó con los pantalones bajados. El más bruto que ese día había cazado un lagarto, se lo acercó a los genitales  mientras los otros lo sujetaban de pies y manos. Sobra contar detalles de la tortura sufrida por el pobre muchacho. Solo apunto, que cuando los pastores rotos de risa se cansaron de la broma  le dieron a probar un pellizco del chocolate. Luego, el que mejor simulaba seriedad le mostró el lagarto y le dijo:
-Mira zagal esta es la criatura que has parido. ¿Te ha gustado el chocolate?
A lo que el muchacho respondió mirando con ternura a los ojos del bicho:

-Hijo de mis entrañas / Ya lo decía mi abuela / Que los dolores de un parto / Ni el mayor gusto recompensan.

jueves, 20 de marzo de 2014

El Nacimiento y el Bautizo en La Jara

  

Bautizo años 50
1) El Nacimiento.

Los partos de las mujeres de La Jara  hasta los años 60 y como solía ocurrir en cualquier pueblo, los llevaban a cabo en su casa. La madre era atendida por  la partera. Esta mujer además de organizar los preparativos del parto, posteriormente instruía a la recién parida sobre el amamantar, fajar, la cura del corte umbilical, el aseo del crío... Pero también  entraba en juego la superstición, y la misma partera proporcionaba algún amuleto, que prendía con imperdible entre  las ropillas de la criatura con el fin  de defenderle contra el mal de ojo o la influencia maléfica de la luna.
Entre esas supersticiones existía una muy popular y extendida, que contaba la afición de las culebras a aprovechar la somnolencia de la madre para mamar de sus pechos, mientras introducían el extremo de su cola en la boca del niño a modo de sedante chupete.
Tras el parto era costumbre que recibiera  la visita de las demás mujeres, que con la enhorabuena le obsequiaban con una libreta de chocolate al que se le concedía virtudes reconstituyentes.
Al despedirse le decían: “Bueno mujer, lo importante es que se te críe con salud”.
  

2) El bautizo.

El bautizo suponía la primera salida al mundo de la criatura, un peligro que se trataba de ahuyentar con las aguas del bautismo.
Para acristianar  la criatura los padres buscaban  padrino  y madrina entre los familiares. El día señalado los padrinos iban a la ceremonia con el crío en mantillas. Además de algunos familiares, abundaba entre el acompañamiento la gente menuda. Concluida la ceremonia con el repique de campanas, el muchacherío del pueblo, no invitado, ya les esperaba a la puerta de la iglesia,  con más razón si  los padrinos gozaban fama de ricos. Durante la vuelta a casa, el padrino  lanzaba confites, caramelos y monedas sobre los que la chiquillería caía como polluelos sobre el grano. 
El convite, al que acudía también cura y sacristán  normalmente se componía  de chocolate en taza con bizcochos o rosquillas.
Recuerdo contar a mi padre lo que ocurrió en un bautizo  de cierto postín:
Tras el convite, y como el muchacherío de la calle reprochara al grito insistente  de “roñoso, roñoso” la tacañería del padrino, éste   en respuesta   recalentó un puñado de monedas en una sartén y se las lanzó por el balcón. Cuando los invitados salieron a reír la burla, una lluvia de cantazos les hizo retroceder,  y a alguna descalabradura hubo que sumar el destrozo completo de los cristales.


Maternidad

Madrina

            
Maternidad

Bautizo años 40

Bautizo años 70

 
                                  Bautizo años 40                                  Niño con mantilla de acristianar
                                                                                                            Aldeanovita

Bautizo en Aldeanovita



"Durme Durme"
Nana Sefardi

Ana Alcaide es una intérprete y compositora de Toledo que desarrolla una actividad investigadora en torno a antiguas tradiciones y culturas