miércoles, 29 de enero de 2014

Los Carros (III)


El Carro en La Pintura.


No solo por su cualidad plástica, sino también  como alegoría  o símbolo mitológico, el carro aparece con frecuencia en la pintura figurativa de cualquier cultura y época. Aquí dejamos algún  ejemplo con el mero objetivo de complementar los dos capítulos anteriores.  


     
        J. Constable                                                 Segantini

Millet

    
Van Gogh


                                                                         Van Gogh


 
      Rafael Zabaleta                                            Picasso

                             

Benjamín Palencia

                                      
Benjamín Palencia





                                           A. Yuncar


Telón IX Encuentro de Rondas 2011. La Estrella
                                       















lunes, 27 de enero de 2014

Los Carros (II)


Carros con ruedas de goma



  
        La Estrella de La Jara                                                       Espinoso del Rey


Hasta los años 60 predominaron en nuestros pueblos los carros de madera con llantas de hierro. A partir de entonces y debido a un rodaje más cómodo para el tiro y una mejor adaptabilidad a cualquier tipo camino  se impusieron los carros con ruedas de goma y arca  de hierro. Con el tiempo ambos desaparecieron en favor de los actuales remolques tirados por vehículos.

En las fotos que se muestran podemos apreciar algunos de ellos en funciones agrícolas, y los últimos ya abandonados y condenados a su definitiva desaparición.   


                                                      Carros de La Estrella de La Jara








                                             

*  *  *


 
Campillo de La Jara



 

                                                            Aldeanueva     de      Barbarroya



jueves, 23 de enero de 2014

Los Carros



       Carros con llantas de hierro    
    

   

    

  Al último carro de La Jara - A. Yuncar

Varado y perdido ya
en un lugar de La  Jara
a merced del aguacero
y los vientos más tenaces, 
y abrasados resisteros
del más tórrido verano,
el carro es ya sin más
simple  osamenta
desarbolada existencia  
triste y corroída ruina,
pura nada.

¿Donde fueron tus varales
fustes de la altiva espiga
y gloria de mil sementeras?
¿y tu lanza volandera
construida
de aquel olmo de Machado,
al borde de qué camino
de mera leña sirvió?
De tu gallarda  estructura
 nada queda,
solo a mi memoria asomas
carro de Ceres divina
entre rastrojos y eras,
por polvorientos caminos
con vaivenes de paloma
y el trajín de las hormigas.


 


    



     
                                

                            


                                 

Carros de La Estrella de La Jara



     Carros de Aldeanovita

                                               













   




lunes, 20 de enero de 2014

Retrato de niña - 1910




Julia Rosa con cordera (1910) La Estrella



Niña con cordera. A. Yuncar

De blanco la niña,
La cordera, blanca,
¿Donde vas zagalilla
Lucero del alba?
A coger azucenas
y flores de jara
que esta corderilla
de tan blanca lana
solo se alimenta
de corolas blancas
de blandas caricias,
y pan con manzanas.


¿Dónde vas zagalilla
de lazo tan blanco
en blanca lazada?
Voy con mi cordera
al prado,
a la charca
de aguas cristalinas,
que de blanca lana
he de hacerme un día
un sobrero blanco
con cinta más blanca,
que lleve prendida
en alfiler de plata
una rosa antigua
blanca como escarcha.










viernes, 17 de enero de 2014

La Cencerrada de San Antón




La Cencerra de San Antón- A. Yuncar

“Por San Antón, gallinita pon”  decía mi abuelo, con la llegada de cada 17 de enero, y a quién mi abuela, también invariable respondía con su contra- refrán  “Sí… por San Antón gallinita pon, pero la que es buena pone por Nochebuena, y la que es mala va a la cazuela”.

A mi me importaba poco que las gallinas comenzaran  a poner antes o lo hicieran después, por que con la reciente matanza del guarro, casi todos los huevos iban a parar a la tienda  de tía Genara,  en trueque  de cualquier conserva  o a cuenta de una vara de  tela para confeccionar alguna prenda precisa, por que,  como solía ocurrir,  la ropa a fuerza de uso llegaba un día en que, entre zurcidos y remiendos no daba más de sí.

Lo importante para mí aquel día era subir a La Peña del Águila a correr  los cencerros con los demás muchachos. Pero tenía un problema: Mi padre había vendido ese año la piara de ovejas y el trato había incluido también los cencerros. Mi madre por consolarme había sacado no sé de qué rincón un cascabel. ¡Que cosa más ridícula! un triste cascabel… y ya preveía las burlas de mis amigos al comparar mi insignificante  cascabel con sus tronantes cencerros.

Si fue un  ángel o el mismo demonio quién me inspirara la solución ahora no viene a cuento. Las cabras de tío Crisanto me pillaban de camino y en el mismísimo cercón  uno de los machos encaramado a la pared ramoneaba las vecinas olivas. Como una tentación  la cencerra repicaba con cada cabeceo del chivo: “Don con din, ven a por mí, don sin din, tonto de ti”. Un mendrugo de pan duro me sirvió para conseguir su confianza. En el escaso tiempo que tardó en roerse el pan aproveché para arrebatarle la cencerra. De inmediato, loco con el botín, lo levanté y volteé para probar su sonido. ¡Que bien sonaba la  joia!  Más que cencerreo  parecía el campanilleo metálico de la mejor esquila. Pronto comprendí, que afinada en el aire puro de las cumbres, solo podía sonar a gloria bendita. Ya adivinaba la sorpresa de mis amigos cuando me vieran aparecer con la cencerra, y su envidia al escuchar su limpio tintineo contra  el machacón dolondón de sus cencerros.

Durante todo el día gozamos como locos con el acarreo de leña para que no se apagara la gran lumbre. Incansables y con la bulla de una bandada de gorriatos callejeamos una vez tras otra por el pueblo para culminar siempre en La Peña del Águila, con el machacón cencerreo y el cantar al Santo:

San Antón como era viejo
Tenía barbas de conejo
Y su hermana Catalina
Las tenía de gallina
Y su hermana Sinforosa
Las tenia de golosa.
                                                                                                       
Anochecido y ya de vuelta a casa quise devolver al chivo lo que en justicia le pertenecía. Como las cabras ya se hallaban encerradas en el corral salté la pared. Localizado el macho me acerqué confiado para colgarle su  cencerra, pero el muy cabrito lejos de recibirme como amigo me envistió a traición con tal testarazo, que casi me lanza fuera del corral. Aturdido y embarrado logré llegar a casa, aunque sin poderme explicar como había podido escapar de tan inesperado trance. Tantos años después sigo sin olvidar  la expresión de espanto de mi madre cuando me vio entrar por la puerta. Tampoco se me olvida, que aunque aquella fue una de las noches más frías del invierno, sin pretenderlo, yo dormí doblemente caliente.
  


miércoles, 15 de enero de 2014

Los Carboneros





                                               Felix Cantalejo descargando leña, años 40




Trato manuscrito



Transcripción del trato


Contrato de carboneros – La Estrella de La Jara.


    En el pueblo de La Estrella de la Jara a veinticuatro Nobre. del año mil novecientos veinticuatro.

    De una parte D. Eloy Cantalejo y Emilio Cantalejo, vecinos de  esta villa, mayores de edad, casados y con su cédula personal y de la otra parte D. Juan Marcos, vecino de Oropesa, mayor de edad y con su    cédula personal, convienen los primeros con el segundo bajo las condiciones siguientes:

1º     Los primeros venden a D. Juan Marcos los carbones del Chaparral, término de esta villa.

2º    D. Eloy y D. Emilio Cantalejo se comprometen en dar a D. Juan Marcos en el mes de Dibre. del corriente año un horno de carbón de encina de ochocientas arrobas puesto en pila.

3º   Y otro horno de carbón de carbón de encina para el mes de Enero del 1925 puesto en pila y otro horno para el mes de Febrero del año 1925 entre los dos hornos mil setecientas arrobas.

4º   Se comprometen los primeros a entregar a D. Juan Marcos un horno para último del mes de Marzo del año 1925de ochocientas arrobas.

5º   Si dichos vendedores dieran quemado el último horno D. Juan Marcos se compromete llevárselo tan pronto esté quemado antes del mes de Marzo.

6º   El precio de cada una arroba de carbón es de una peseta quince céntimos.

7º   El carbón será cogido con pala de reja limpio de tiropardo y zaragalla y demás maleza.

8º   El seraje será pesado un bulto y por lo que pese estas seras se descontará de las demás y pesado de cinco en cinco libras. También se encuentran con el derecho una y otra parte de pesar cinco o siete veces el bultote seraje cuando lo tenga por conveniente.

9º   D. Juan Marcos entrega a dichos vendedores Ciento cincuenta peseta, mismas que se descontarán al primer horno que se coja.

10º  El carbón será pagado a medida que se vaya pesando al precio..(¿Negociado?).

     Conforme una y otra parte y ante los testigos presente, vecinos de esta villa y  firmamos dicha obligación. En conformidad por no saber  Emilio Cantalejo firman los testigos a ruego.

           La Estrella a 24 de Nbre. del año 1924

Firman: Rafael Oliva, Rafael Escamez, Eloy Cantalejo y Juan Marcos.  

      
Recomendamos la película Tasio, del director Montxo Armendáriz

lunes, 13 de enero de 2014