martes, 4 de febrero de 2014

La Estrella. (Autorretrato en blanco y negro)

      

                              
                              Abrevadero, torre y posada - años 60                                  

La Estrella. (Autorretrato en blanco y negro)
Alfonso Yuncar

El origen de mi nombre, según D. Fernando Jiménez de Gregorio se hallaría en la línea arábigo-bereber de Qastilya, Stella, Estella, El Estrella, hasta llegar a La Estrella de hoy; aunque, he de reconocer que La Estrella sin el apellido de La Jara me deja un tanto huérfana, algo así como vaca que caminara sin cencerro.
      
       La Cañadilla  fue siempre  mi entrada principal.  En un tiempo sin relojes, el sonido más madrugador llegaba de la caracola que precedía la salida al campo de los labradores, y abría la puerta al ajetreo del pueblo llano que despierta a sus faenas.
     Casi al comienzo de esta calle, una vieja torre con empinada escalera y el campanario tapiado, resiste la embestida del crudo ladrillo. Lejana ya a su antiguo uso, hoy hace las veces de  vivienda. En su patio interior invadido por la broza, quedan tres arcos carpaneles. Varios escalones conducen a un sótano abovedado, recámara de un gran aljibe que a modo de laguna subterránea se pierde entre arcos de ladrillo. Escenario propicio a la leyenda popular que refiere secretos itinerarios y tesoros sumergidos.
       
       En la plaza de La Cañadilla, se encuentra la  fuente de El Caño. La fuente, coronada por una vieja Cruz de Calatrava, abasteció de agua a los estrellanos hasta la canalización de Riofrío en los años 60. Predominan aquí las casas de doble planta, a cuyas puertas,  sus vecinas salen a coser labores de lagartera, mientras  los caños vierten el agua a ningún cántaro, y el poyo del herrador es hoy pétreo recuerdo, mudo homenaje al sinfín de caballerías que quebraron sus herraduras en la dura brega campesina. También quedaron atrás los días de boda o fiesta, en que la plaza se vestía de limpio, y la música sofocada del salón de Petronilo Yuncar, salía a buscar con pasos de tango, bolero o pasodoble,  el fresco de fuera.
      ¡¡Esta noche a las diez, títeres en la Cañadilla, si no quieren vernos de pié, llévense su propia silla!! - Cantaba el pregón del desfile titiritero, preludio a una noche serena,  en que, los saltimbanquis con sus artimañas conseguirían embaucar al mismo  diablo. Una  de aquellas noches, fui testigo de como un burro  vengaba su secular maldición. Terminado su número, Sandalio escapó del corro de risas y subido al  poyo del herrador, levantó el rabo, y ante las bobas miradas del respetable, se tiró un largo y bronco pedo,  como solo de trompa.   
     
       El Poyo Largo (ya sin el poyo)  fue lugar de encuentro para  jornaleros en busca de trabajo. Plaza madrugadora con olor a churros y alboroque, que en días de mercado volaba de pregón en pregón hasta  concluir en el  Calvario, donde el eco de las hortalizas llegadas de Azutan, Alcaudete o Belvis se perdía Venero abajo o Peña del Águila arriba. Otros vendedores comarcanos, los de borrico y romana voceaban sus productos de calle en calle, frutos con olores y sabores  que, ¡ay!, el “progreso” trocaría por las simplezas de hoy.
   
       Altozano es la calle de los miradores y de las  cigüeñas. Fieles a su cita con el buen tiempo, su llegada me reanima y anima a pegar un puntapié a mis achaques de vieja  para responder a sus cigüeñiles crotoresos con mi cantar: Cigüeña jareña / Extraña cucaña / Castañuelas, caña / Niña ribereña / Soñando espadañas / Peñascales, rañas / Señora cigüeña. En el Nº 1 de esta calle hay una casa que conserva la  portada adintelada con su escudo calatravo. El patio respira un  aire conventual. Un gran laurel levanta por cima de los muros sus ramas al sol  y al piar de los gorriatos. Patio noble este, puedo presumir que, hasta al más pequeño de mis patios lo perfuma un limonero, naranjo o mandarino protegidos de los fríos más crudos, por las sierras Buha y Ancha.
  
       En La Plaza de La Cuesta, se alza una cruz que preside  la  recogida de las ramas de olivo el Domingo de Ramos y el reencuentro procesional de La Pascua de Resurrección. Hubo  una época en que las cuadrillas de  cantaores y guitarras se citaban aquí, para rivalizar  en gracia e ingenio. A ellos va dedicada  mi jota: A la Plaza de  La Cuesta/ llegó un borrico a cantar/ y a sus rebuznos y coces /  llaman cantar y bailar.
  
        Casa noble fue la de  Los Caballeros de La Orden de Calatrava, que ocupa una cercana manzana. Como mis recuerdos sobre ese  periodo son   ya pura nebulosa, vuelvo a recurrir a los datos de nuestro ilustre D. Fernando Jiménez de Gregorio, que fecha la presencia de la orden en nuestra tierra en  documentos de 1296. El patio de la casa conserva dos arcos góticos. El edificio que  debió ser reformado en el siglo XVI, añadiría  a la portada el escudo con morrión y la Cruz de Calatrava.
     La plaza del Ayuntamiento con el edificio remozado, es el lugar donde se celebran  las fiestas mayores dedicadas a La Virgen de la Asunción y coincidentes con el fin de la cosecha. Cosecha que daba fin a un largo y trabajoso proceso siempre condicionado  por el clima. Hubiera resultado buen o mal año, el  labrador bien  merecía la fiesta.
Hasta los años 70 el edificio municipal incluía la escuela de niños. Entonces, los ríos, las montañas y los mares de España encontraban su eco en la plaza. También los sones de rigor del “Caralsol” pugnaban con el martilleo sobre el yunque de la fragua; y con el recreo, la bandada de muchachos se unía a los chillones vaivenes  de  los vencejos, en juegos como: El Quedo, la Peonza, la Colmena… 
      Mi Iglesia del siglo XVI  dedicada a La Virgen de La Asunción, lo fue antes a Santa María de La Estrella, según basa Cedillo en la inscripción hallada en un antiguo cáliz. El asentamiento del templo sobre una meseta  le  ayuda a realzar su chato perfil. De estilo gótico rural y distinguido, consta de: presbiterio, con un hermoso artesonado, la nave central y el coro, sostenido éste por tres arcos (audaz el del medio). El templo cuenta con dos hermosas puertas de estilo plateresco; la del Sol orientada al mediodía, y la principal, que mira al caserío y a un paisaje de cerros encadenados, que rematan los  ajados violetas de las sierras.

     Tres badajazos me separan de mi anejo, Fuentes. Su templo dedicado a San Juan Bautista combina belleza y sencillez en armonía con el caserío, y sus campos, ribereños  del Huso y del Cubilar guardan  el eco trashumante  de la vieja cañada jareña.

     Aunque la emigración, es aún  una herida abierta, he llegado a asumir la derrota y sus tristes despojos: el arado trabado de herrumbre, el pozo cegado de broza,  el palomar hundido... Mis límites marcados por el horizonte no me impiden adivinar: Que cualquier lugar reproduce el mundo. Que estos montes y rañas también forman parte del espinazo del planeta. Que cada día escribe un nuevo renglón y cada instante redibuja el paisaje. El tractor que ahora siembra la besana, justifica el sudor de tantas vidas cumplidas, me da confianza en el futuro, y aunque,  algo más sola, centenaria ya, aún, guardo  para quién  me eche de menos, el olor fresco del surco, de las mieses y de las tormentas.

   
Almendros nevados - años 90

                                                      Los quintos en San Blas - años 60

    
Jóvenes años 60

                 
                                                    Arroyo de La Pioja - años 60                        

Calle de La Estación - años 60
                                                                          
Calle de la Estación II
Calle de la Estación III

 
                                                                       Chimeneas                                                                 



Patio

 Vista de la Iglesia
 Vista de la Iglesia II
Vista de la Iglesia III

Calle hacia La Iglesia - años 70

1 comentario:

  1. gracias por esas fotos antiguas, ya sabes que mi abuelo nacio en la calle de la iglesia al n° 10.
    Gracias tambien por la historia del pueblo que conocia un poco por aquellas que me contaste en el libro de Josiane

    ResponderEliminar