Besana,
yunta, barbecho, gañán, rastrojo, siega, era, parva, trilla… son algunas
palabras desconocidas para las nuevas generaciones. Sin embargo, cuarenta años atrás formaban
parte de nuestro familiar vocabulario campesino.
Imposible
mostraros en estas pocas fotos la importancia de la cosecha, esa etapa que
cerraba un ciclo vital para el labrador en una rueda, que dependiendo del año
repartía fortuna o miseria. Menos veces
fortuna.
En
la era se daba ese proceso definitivo que separaba el grano de la paja. Eras de tierra limpia apisonada o empedradas, donde
las mieses se desgranaban bajo el paso de las bestias y las cuchillas y los
pedernales de los trillos. Horas caliginosas cuando mejor quebraba la parva,
horas en que la galbana acudía a los trilladores con una pesadez que se intentaba espantar con cantares tan lentos y
adormecedores que no evitaban que a veces mulas, trillo y trillador descarrilaran
con estrépito fuera de la parva.
Valga
este puñado de fotos y la letra del
cantar que sigue, como homenaje a los
que nos precedieron y cuyos sacrificios
y sudores también nutrieron nuestras raíces jareñas.
Madre mía que calor
Cuando canta la chicharra,
Madre mía que calor.
Si a la sombra estoy sudando
Que será mi amor al sol
Que en el campo anda segando
Cuando canta la chicharra.
(Cantar
popular de La Estrella
de La Jara )
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