Hoy tenemos el honor de contar con la colaboración de Miguel Méndez-Cabeza
Fuentes con un artículo, que publicó “Cuadernos de La Jara ” y que amablemente nos cede para publicar en este blog.
M. Méndez-Cabeza ( Talavera de La Reina 1957) es médico y
escritor, conocedor y amante de nuestra tierra,
también la suya, y sobre la que ha escrito diversos artículos y libros
entre los que se encuentran, “Los Molinos de Agua de la provincia de Toledo”, “
La vía verde de La Jara ”,
“Rutas y Senderos de Talavera y Comarcas”, “Los Caminos de Guadalupe y su Real
Monasterio” y coautor de “ Guía de
recursos patrimoniales de La Jara
y La Sierra de
San Vicente”.
Vaya por delante nuestro agradecimiento.
Miguel Méndez-Cabeza (Talavera de La Reina 1957)
Médico y escritor
Esta comarca siempre ha tenido una mayor
vinculación con los pueblos y culturas del occidente peninsular y así, las
primeras culturas agrarias, las primeras oleadas de pueblos indoeuropeos hacen
que nuestra tierra se enmarque en el conocido como megalitismo extremeño, como
nos muestran los dólmenes de Azután y La Estrella. También
vemos, por los hallazgos arqueológicos de estelas como la de Las Herencias o
“Aldeanovita”, que en todo nuestro territorio se encuentra las más
septentrionales muestras de las influencias “orientalizantes” y tartéssicas,
propias de esa zona cultural del occidente penínsular con la que siempre
veremos relacionarse a nuestro territorio.
También es cierto que las esculturas
zoomorfas, los verracos de piedra de las tribus vettonas que salpican la
geografía jareña nos demuestran la pertenencia de la zona a la España céltica. Es el
pueblo vettón especialmente ganadero, como lo es la cultura de nuestra comarca,
surcada por infinidad de cañadas y cordeles por donde discurrían desde tiempo
inmemorial millones de ovejas de la cabaña trashumante. Esta cultura, al igual
que las anteriormente referidas, también nos une con el resto de la comarca
natural de Talavera, con la parte oriental de Cáceres, Ávila y Salamanca,
nuevamente con una clara vinculación a la facies cultural atlántica de nuestra
península, al contrario que la vecina comarca de los Montes de Toledo, situada
más bien en un contexto ibérico.
Los romanos, que como sabemos tenían un
concepto muy práctico y realista de la organización del territorio, incluyen
nuestra comarca en la provincia lusitana, situándose la frontera con la España Citerior precisamente en
el límite oriental de nuestra comarca.
Toda la zona —aunque en la parte más
occidental es reconquistada para los cristianos desde la ciudad de Ávila—,
queda finalmente en el alfoz talaverano por las concesiones reales, aunque
incluida en el reino y arzobispado de Toledo, quedando así fuera del obispado
emeritense al que parece haber seguido perteneciendo en los primeros tiempos
del reino visigodo con el obispado sufragáneo de Aquis.
En el siglo XIV comienzan las “mordidas”
de diferentes casas señoriales a nuestra extensa comarca. Primero la zona más
oriental de La Jara
pasa a constituir el señorío de Valdepusa que aunque históricamente queda así
separado de La Jara ,
sigue por su paisaje, cultura y condicionantes geográficos muy unido a las tierras
jareñas. Alfonso XI segrega un pequeño territorio de la dehesa de Ivan Román
para la fundación del monasterio de Guadalupe, aunque Alía, Castañar de Ibor, La Avellaneda y
Navalvillar de Ibor siguen en el alfoz talaverano. Ya en el siglo XVI comienza
la compra de privilegios de villazgo a Felipe II, necesitado de fondos para la
financiación de sus iniciativas bélicas, y es Espinoso del Rey el primer
municipio que se segregará de la villa madre, Talavera, que poco a poco irá
perdiendo los territorios bajo su directa administración, aunque todas las
poblaciones seguirán manteniendo con la ciudad del Tajo su vinculación
económica, social y cultural, una vinculación de la que es símbolo más claro la
fiesta de las Mondas, en la que el alcalde talaverano cambia su bastón de mando
con los de los pueblos hermanos.
Pero en 1833 con la división provincial
de Javier de Burgos se produce una distribución del territorio nefasta para
nuestra tierra, pues parte de ella se incluye en la provincia de Cáceres
(Valdelacasa, Carrascalejo, Villar del Pedroso, Garvín, Peraleda,
Navatrasierra)
Como sucede igualmente con esa otra
parte de La Jara
que hoy llaman Las Villuercas, con Guadalupe, cuya devoción mariana se halla
fuertemente arraigada en los jareños, así como Alía, Castañar de Ibor,
Navalvillar y la
Avellaneda.
Otra parte de nuestra comarca es
incluida en la provincia de Ciudad Real y así el muy jareño rincón de Anchuras
queda de manera absurda separado administrativamente de La Jara , aunque la geografía
manda y hasta para la atención sanitaria siga dependiendo de Talavera. Por
último Valdecaballeros, que en su escudo lleva el de Talavera como símbolo de
esa pertenencia a La Jara ,
y Castilblanco, pueblos que, junto a gran parte de la llamada Siberia Extremeña
siguen teniendo una fuerte vinculación económica con la comarca.
Hola amigos jareños , Miguel y Ángel, muchas gracias por contar la historia de esta preciosa tierra de la Jara, y por resaltar la belleza de su gente. Efectivamente los políticos y los gobiernos cambian las lindes de los territorios a su antojo, y lo que somos no se lo debemos y nuestros a ellos,si no a nuestros antecesores, a nuestros padres, abuelos, y bisabuelos, y a nuestras culturas, a los celtas, vettones, señores de pastos y ganados, a los romanos, visigodos árabes y cristianos. La Jara, es nuestra tierra, nuestra madre, es donde siempre los nuestros han trabajado nuestros campos de sol a sol, dejándose su vida y su alma en sus besanas y su majada, en la tierras de la Jara, es donde han nacido las niñas más guapas que han sido luego las mocitas y zagalas más hermosas y después las madres más tiernas y las esposas más fieles. Un saludo para todos los jareños.
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