Recuerdo cuando niño cómo cada familia
criaba al menos un cerdo. Un porquero a toque de corneta  recogía casa por casa los cerdos de todo el
pueblo que pastoreaba en los encinares del Perdiguero y la Aldehuela. Las
matanzas de entonces eran casi una fiesta a la que se invitaba a los familiares
para ayudar en los diversos trabajos. 
Aquí os dejamos hoy unas fotografías tomadas
en un par de matanzas familiares en La Estrella. 
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