Alfonso Yuncar |
De cualquier mano
olvidada,
Memoria herida,
dormida,
sueño que se malogró,
secanos que al cielo
claman,
impetuosos baldíos,
cerros colgados del
vuelo
oscuro de las rapaces,
encinares que tenaces
proclaman su desafío
con arrullos de
torcaces,
tristes huertos que
agonizan
bajo el reino de las
zarzas
y la cantiga
encendida
que desgrana el
ruiseñor.
Razón frente a sinrazón
alza su grito el
olivo,
terca y sedienta raíz
que trepa
que cabalga
por ásperos caminos
y descarnadas lomas,
promesa generosa
que estremece
con dedos de rocío
cada luna y cada
aurora.
De ti nací, tierra labriega,
en ti me miro,
y reconozco en tus
veneros
y en tus ríos
la misma sed,
la misma tristeza
antigua
que circula por mis
venas.
Que vivir es soñar,
sueño de tu sueño sigo
por caminos y cañadas
las huellas de tantas
vidas
entregadas.
Que al fin,
polvo trashumante
nací
y he de volver a tu
besana
a ser sueño
y ser orilla
tendida al mar de los
trigos
y las chicharras.
Precioso poema, que transmite paz y sosiego al alma.
ResponderEliminar