Las obras de la antigua
vía férrea de la que hoy se conoce como
Vía Verde de La Jara se inician en 1926, durante la dictadura de Primo de
Rivera. El Ministerio de Fomento de aquella época elaboró un "Plan Urgente
de Construcción de Ferrocarriles"
con la finalidad de unir varios puntos de la Península. El trazado entre
Talavera de La Reina (Toledo) y
Villanueva de la Serena (Badajoz) fue uno de ellos, y el tramo que cruza nuestra comarca terminaría por convertirse a finales del siglo XX en la actual Vía Verde
de La Jara.
Aquel proyecto fue
acogido por los pueblos de La Comarca de
La Jara como la oportunidad que les salvaría
del subdesarrollo y el aislamiento padecido hasta entonces. Muchos fueron los
campesinos que aprovecharon las obras de la vía para mejorar con sus jornales
una economía familiar, siempre insegura. Pero aquellas expectativas nunca llegarían a cumplirse.
Ya en 1932 surgieron las primeras dificultades económicas y las obras quedaron
interrumpidas. Aquella interrupción tuvo como consecuencia una gran crisis económica y social para toda
la comarca. Desde entonces la vía fue bautizada en nuestra tierra como "La
Vía del Hambre".
Las obras se reanudaron
en 1941 con el inicio del Plan de Regadíos de Badajoz, pues este
ferrocarril era considerado fundamental para comercializar los productos de aquella zona, y también los de las vegas talaveranas que comenzaron a
regarse con el Canal Bajo del Alberche.
Es esa la razón por la que las estaciones están alejadas de los pueblos
- con la excepción de Aldeanueva de Barbarroya-
proyectadas más para el transporte de los productos agrarios, que de viajeros. Pero muy pronto los trabajos volvieron a quedar
interrumpidos.
En 1953 de nuevo se
retomaron las obras y en siete años se
finalizó el tramo comprendido entre Logrosán (Cáceres) y Villanueva de La
Serena (Badajoz) . Este tramo está
recuperado en la actualidad como Vía Verde de Las Vegas del Guadiana y Las
Villuercas.
En 1962 se terminarían de construir los
edificios del tramo jareño que une
Calera y Chozas con Puerto de San Vicente, pero en 1963 las obras quedaron
totalmente abandonadas y el tramo que habría de unir Puerto de San Vicente con Logrosán,
definitivamente interrumpido.
Aquella truncada
oportunidad de conectar La Jara con el progreso tuvo como inmediata
consecuencia una sangría migratoria, que
aún no se ha podido contener. De hecho, y según datos muy actuales, algunos de
nuestros pueblos han perdido desde entonces hasta un ochenta por ciento de su
población.