BELVÍS DE LA JARA.
A quien por primera vez contempla Belvís
desde las afueras, le sorprenderá la esbelta torre que sobresale del pueblo y
la sucesión de encadenados y moteados cerros de olivos que lo circundan.
Puestos a imaginar, uno podría pensar que esa vieja y recatada dama con el reloj parado se empina sobre los
tejados para distraerse con el trasiego aceitunero, o simplemente quiere
escuchar el croar de las ranas del Tamujoso, o por qué no, deleitarse con el
olor a chocolate con churros del cercano
Bar Belvís. A nosotros, que nos gusta
callejear y dejarnos sorprender al azar, tenemos la sensación que tampoco
escapamos a su curiosidad. Desde cualquier punto del pueblo nos sentiremos
observados por ella. Ninguna de nuestras
sorpresas pueden escapar a esa campanil mirada que conoce en detalle cada calleja, cada plazuela,
cada balcón o ventana de pudorosas cortinas, cada historia de viejos o nuevos
lagares, tejares u otras industrias en desaparición o ya desparecidas.
En nuestra visita lo más inimaginable puede
hacerse real; un viejo y glamoroso auto americano al que olvidado se le hundió la
cochera, una vieja moto de época cubierta de polvo y olvido junto al hogar, un ratón a la espera de descargar
un martillazo contra el gato de la esquina…En fin secuencias que solo un pueblo
con tan amplia y rica historia puede
depararnos y que nos satisface compartir con vosotros.
Parroquia de San Andrés-Siglo XVI
Altar mayor
Nuevo retablo, inaugurado en 2014
Escultura de Don Fernando "de La Jara" y Jiménez de Gregorio
Dedicatoria a Don Fernando Jiménez de Gregorio
Poéticos signos en una fachada
El herrero, Carlos Muñoz Pinero
Encuentro con nuestro amigo Miguel Méndez Cabezas