Páginas

jueves, 27 de febrero de 2014

Almendros en flor II



Almendros en flor

La Oscuridad de la noche me otorgó ojos negros,
pero a mí me sirven para encontrar la luz.
Gu Cheng ( Pekin 1956-1993)

Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.
Borges  (Buenos Aires 1899-1986)

Fue el hormiguero
Tumba para la abeja
Llora el almendro.
A. Yuncar.





             

         












          

     







miércoles, 26 de febrero de 2014

Almendros en flor I




Abre el almendro

Abre el almendro,
llego a tiempo a la cita
otro febrero.

Otro febrero más,
blanda nevada,
tibia luz que florece
rama por rama.

De rama en rama
canta la alondra,
cantar alado
que se deshoja.

Hoja por hoja
borda la abeja
manteles de escarcha,
sombras de seda.

Sombras de seda
se va febrero,
efímera llama
que apaga el viento.

A. Yuncar 











 










lunes, 24 de febrero de 2014

La Estrella en Gris y Sepia: La Costura


 Mujer Cosiendo

Afuera está el escándalo
del sol,
y la garganta
de la cal desollada que responde
bramando de terror:
la zarabanda
maníaca de la luz
-la quema grande.
Y adentro, fresca, la penumbra
como un baño de paz
-agua del bosque
de la eterna delicia-
la penumbra
en que tu aguja salta
-leve
pececillo de lumbre-
y a la tela
vuelve otra vez
iluminándonos

Eliseo Diego
Cuba, 1920










 


 


 


 


 


 


 





viernes, 21 de febrero de 2014

Azután : A orillas del Tajo

Cartel en defensa del Tajo.
Talavera 2013
(A. Yuncar)


SALA DE CONCIERTOS

El Tajo es una sala de conciertos de agua
con plateas de juncos, puentes de anfiteatros,
desde donde se escucha cantar las más hermosas
canciones de la boca de peces y de pájaros.
Por la mañana empiezan su concierto las aves:
las tórtolas, los mirlos, la perdiz desatando
un suave parloteo con la urraca ladrona
el gorrión chillón, vecino de este barrio.
También actúa el jilguero, de garganta menuda
voz de vicetiple, subido en el estrado de la rama
de un olmo con un coro de voces
que entonan a las aguas sus jubilosos cánticos.
Los dirige con mano firme, con la batuta
bífida, señalando a uno y otro lado,
con la cabeza quieta; pero mirando a todos,
vestido de inocencia, impasible, el lagarto.
En la sesión de tarde intervienen palomas
torcaces y cigüeñas desde los campanarios,
vencejos, aviones, golondrinas, que frotan
sus alas con el aire y suena a stradivarius.
El ruiseñor que canta por fina maestría
y también la calandria desde el trono de un árbol
a quienes les responden, saltando en la corriente,
redonda voz de carpa y el lucio, voz de bajo.
Y por la noche canta la anguila tiernamente,
y el búho admonitorio, y la boga, y el barbo
unas canciones tristes, recordando a sus padres
que se llevan las aguas a Portugal, río abajo.
El Tajo es una sala de música que suena
al compás de la vida de todo lo creado,
música de mi infancia, mi inocencia perdida,
que guardan en sus trinos los peces y los pájaros.

J. Benito de Lucas- Talavera de la Reina- 1934

  

  

  




              
  
 

 










miércoles, 19 de febrero de 2014

Azután III: Tejares






Los tejares solían situarse cerca de las canteras de arcilla a cielo abierto. Además de tejas, en ellos se fabricaban también baldosas y ladrillos macizos.

La formas de los tejares eran variadas. Podían ser cónicos, semejantes a chozos que construidos de forma escalonada con adobes culminaban en el cono cimero. Otros, estaban construidos con piedra o ladrillo, de planta cuadrada y doble cámara como estos de Azután.

Las piezas a cocer se situaban de manera, que las más pesadas como los ladrillos quedaran abajo, más cerca del fuego, para terminar en la parte superior con las tejas, colocadas de forma que aprovecharan el máximo de espacio y separadas para que circulara el calor. Lógicamente, la combustión en estos hornos se hacía  con leña.
  
En los tejares solían trabajar jornaleros, casi siempre a destajo y  en una temporada  que no superaba los cuatro meses de verano. En una poza  amasaban el barro con pies y manos hasta alcanzar  las condiciones requeridas. Dependiendo del tipo de pieza se utilizaba uno u otro molde. Una vez elaboradas se llevaban a una explanada, hasta que convenientemente secas se transportaban al horno para su definitiva cocción